Un muy flojo River no pudo con un bravo Independiente, que aguantó firme con 10
El Millonario no logró aprovechar el hombre de más, el Rojo se cerró bien y aguantó.
No tuvo instinto asesino. River no supo cómo quebrar a un Independiente batallador, que jugó 79 minutos con un hombre menos. Un Rojo que volvió a hacerse fuerte en inferioridad numérica, que lleva seis partidos sin perder, con tres victorias y tres igualdades, y que además no recibió goles en esos encuentros.
El Millonario, que acumuló su quinto empate consecutivo en la Liga, todavía no lleva impreso el sello de Gallardo. No tiene una identidad definida. No se advierte con nitidez el ADN del Muñeco. El empate en Avellaneda dejó al local bien parado tras una dura seguidilla de partidos bravos, mientras que instaló dudas en la visita, que no supo resolver una situación favorable.
Al equipo de Gallardo le costó mucho hacerse cargo de la responsabilidad en el primer tiempo desde el momento en el que el Rojo quedó con diez hombres por la expulsión de Santiago López a los 11 minutos.
Esa roja les quemó los papeles a ambos equipos. Vaccari, una vez más, tuvo que reconfigurar a un conjunto que, de por sí, había llegado a este cruce con tres bajas por suspensión: no pudieron jugar Vera. Laso ni Damián Pérez.
El técnico del Rojo ya se acostumbó a eso de tener que recalcular todo por rojas tempraneras. Sus dirigidos habían jugado 77’ con diez hombres contra San Lorenzo (0-0) y venían de disputar una hora con uno menos ante Racing (0-0), clásico en el que además terminaron con nueve durante los últimos siete minutos en el Cilindro.
Cuando López se fue a las duchas, Independiente cambió el esquema y, del 4-3-3 inicial, pasó a un 4-4-1. Se abroqueló, fue un equipo compacto, que procuró mantener el orden, generar infracciones para descansar y también buscó arrimarse cuando el rival dejó espacios.
River no logró hacer notar la superioridad numérica. No se advirtió que estaban jugando 11 contra 10. Tuvo la posesión, pero la tenencia fue inocua porque careció de la intensidad y el enfoque que siempre distingue a los conjuntos de Gallardo. Bustos y Acuña no fueron tan incisivos como se esperaba cuando se proyectaron.
Fonseca no fue agresivo para ganar el medio y le faltó más compañía cuando salió Kranevitter. Echeverri no tuvo vértigo y se lo vio apagado. A Simón le costó, Meza entró poco en juego y Borja no fue abastecido. En definitiva, al Millonario le faltó fluidez en los primeros 45 minutos. Y cuando no apareció el juego, tampoco hubo empuje para llevarse puesto al rival.
River creció un poco en la segunda etapa, con los ingresos de Lanzini y Mastantuono, quien con apenas 17 años demostró una vez más que la mochila le pesa menos que a varios que tienen más experiencia. Los que ingresaron interpretaron que el partido pedía hacer circular la pelota, tocar y mostrarse.
El visitante tuvo más generación para fabricar el espacio ante un adversario que, tras el ingreso de Fedorco por Lucas González terminó se plantó con un sistema táctico 5-3-1, el mismo que había empleado en el clásico de Avellaneda tras quedar con diez.
River mejoró, aunque igual mostró falencias en la creatividad. Borja tuvo dos situaciones claras, pero no logró resolver. Fue demasiado poco para un equipo que, a esa altura del partido, tenía la obligación de ganar. Independiente, que entró en modo supervivencia, se respaldó en una actuación impecable de una defensa granítica, un mediocampo ordenado, un Montiel sacrificado y picante y un Ávalos que aguantó todos los pelotazos largos para hacer descansar al equipo. El Rojo pudo llevarse el premio mayor con un gol de Pellegrino, pero una mano previa de Fedorco le impidió festejar.
El empate le cayó mejor al Rojo. River se fue lleno de dudas que Gallardo deberá despejar: en la Libertadores no se puede permitir una actuación así.