Alquiler universitario: el 33% de los estudiantes alquila "de palabra" sin respaldo de contratos
Un relevamiento de la asociación Jóvenes por el Alquiler revela que la mayoría de los universitarios alquila por fuera de inmobiliarias y, en muchos casos, sin contratos formales, una situación que profundiza la precariedad y la inestabilidad habitacional.
En la ciudad de Posadas, alquilar mientras se estudia se convirtió en una experiencia marcada en muchos casos por la informalidad y la incertidumbre. Así lo muestran los primeros resultados de una encuesta realizada por la asociación Jóvenes por el Alquiler, que relevó a más de 100 estudiantes universitarios que viven en viviendas alquiladas. El dato central es contundente: la mayoría de los jóvenes accede al alquiler sin la intermediación de inmobiliarias y, en una proporción significativa, sin contratos formales que regulen derechos y obligaciones.
Según el informe, el 68% de los estudiantes alquila por dueño directo, mientras que solo el 31% lo hace a través de una inmobiliaria. Esta modalidad se traduce, muchas veces, en vínculos informales: si bien el 60% afirmó contar con algún tipo de contrato —ya sea bajo la ley anterior o la legislación vigente—, un 33% alquila únicamente “de palabra”, sin ningún respaldo legal, y un 5% lo hace bajo la figura del comodato. Esta falta de formalización expone a los inquilinos a aumentos frecuentes, desalojos repentinos y condiciones poco claras.
La encuesta muestra además que el 70% enfrenta aumentos cada seis meses o incluso en períodos más cortos, una práctica que se vuelve especialmente gravosa para un sector con ingresos inestables. Más de la mitad de los estudiantes encuestados trabaja, pero la mitad de ellos tuvo que buscar otro empleo para poder sostener el alquiler. Entre quienes trabajan, el 40% percibe ingresos menores a los $300.000 mensuales, una cifra que contrasta con los valores de alquiler: el 44% paga entre $200.000 y $350.000 por mes.
La informalidad también se refleja en las condiciones de pago. El 54% abona el alquiler únicamente en efectivo, lo que dificulta la existencia de comprobantes y refuerza la fragilidad del vínculo entre inquilino y propietario. En este contexto, no sorprende que alrededor del 60% de los estudiantes señale que su vivienda presenta problemas, como humedad, filtraciones, fallas eléctricas o un costo que consideran excesivo en relación con la calidad del inmueble.
El perfil de los encuestados da cuenta de una población particularmente vulnerable: el 74% tiene entre 17 y 25 años, el 63% proviene de otras ciudades de Misiones y un 12% llegó desde otras provincias. Más de la mitad vive sola y, entre quienes comparten vivienda, la mayoría lo hace por motivos estrictamente económicos, para poder dividir gastos.
El relevamiento se realizó de manera presencial en las tres unidades académicas de la Universidad Nacional de Misiones, e incluyó también a estudiantes de instituciones privadas como el Instituto Dachary, la Universidad de la Cuenca del Plata y el Instituto Montoya. Si bien no se trata de un estudio probabilístico, desde Jóvenes por el Alquiler señalan que es un primer acercamiento que permite “tener un horizonte claro” sobre la problemática del alquiler universitario en Posadas.
El objetivo de la asociación es ampliar la muestra hasta alcanzar las 400 encuestas y seguir visibilizando una realidad que afecta a miles de estudiantes. En ese sentido, el informe busca convertirse en un insumo para el diseño de políticas públicas que contemplen la situación de quienes alquilan en condiciones de informalidad, sin contratos ni garantías, y con escaso margen para negociar.
En un escenario donde estudiar y alquilar van de la mano, la falta de reglas claras no solo impacta en el bolsillo, sino también en la estabilidad y el derecho a una vivienda digna. La informalidad, lejos de ser una excepción, aparece como una de las principales características del alquiler universitario en Posadas.