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¿Qué les pasa? El jefe de Infantería de Acaraguá otra vez fue denunciado

02/11/2021
¿Qué les pasa? El jefe de Infantería de Acaraguá otra vez fue denunciado

(*) Daniel Villamea, El Territorio

En los últimos cinco años, el subcomisario Diego M., actual jefe de la División Infantería de Colonia Acaraguá, fue varias veces denunciado por presuntos hechos de hurto, cohecho, amenazas, acoso y abuso sexual, entre otros delitos, aunque continúa prestando servicio en la Policía de Misiones.

En tanto, a mediados de octubre fue denunciado por los padres de dos menores, de 11 y 16 años, el segundo con discapacidad, quienes habrían sido víctimas de apremios por parte del citado oficial en un procedimiento realizado en la localidad de Santa Rita.

Además, el martes pasado el mismo subcomisario fue denunciado por intento de cohecho, apremios y amenazas en perjuicio de un hombre de 44 años, también residente en Santa Rita.  

Ante el cúmulo de acusaciones contra Diego M., el juez de Paz del municipio de Alba Posse, Augusto Zapani, expresó su preocupación por el accionar reincidente del uniformado.

En diálogo con El Territorio, Zapani enumeró una serie de antecedentes que pesan sobre el subcomisario, a quien el propio magistrado denunció por amenazas, causa que se tramita ante el Juzgado de Instrucción Uno de Oberá. También realizó diversas presentaciones ante la Jefatura de Policía.

“Tuve custodia policial durante 30 días por las amenazas de esta persona. Mi relación con la Policía es excelente, pero este subcomisario es un elemento que perjudica a la institución. Tiene innumerables antecedentes, la comunidad y el personal le temen”, subrayó el juez de Paz de Alba Posse.

Entre los antecedentes del policía sobresale una denuncia radicada a mediados del 2018 por una subalterna que lo denunció por amenazas, acoso y abuso sexual cuando cumplía funciones en San Francisco de Asís.

Nuevas denuncias

Con relación a las recientes tres denuncias por apremios, todas derivaron por hechos registrados en Santa Rita en el marco de operativos a cargo de la División Infantería de Colonia Acaraguá.

Según fuentes de la propia fuerza, el 16 de octubre el subcomisario Diego M. encabezó un procedimiento que incluyó la demora de un niño de 11 años y de un adolescente de 16 que es hipoacúsico, hechos que fueron denunciados por los padres de ambos menores ante las autoridades de la Unidad Regional XI de Aristóbulo del Valle, con jurisdicción en la zona del Alto Uruguay.

 

En esa línea, anticiparon la intención de recurrir a organismos de Derechos Humanos porque consideran que se violaron las garantías que protegen a los menores.

Respecto a la detención del nene de 11 años, el pequeño jugaba con amigos con una moto de 50 cc cuando fue interceptado por una patrulla al mando del subcomisario Diego M., ocasión en la cual habría maltratado al menor.

“El papá le regaló una motito para chicos y estaba jugando con los amigos. El jefe de Infantería le paró a los gritos, le sacó la gorra de un manotazo y le agarró del cuello. Los amigos corrieron, sólo se quedó el chico de 16 que es hipoacúsico, al que también agredieron. A los dos los subieron al móvil y los llevaron a la comisaría”, relató un familiar del más pequeño.

Y agregó: “Si la Policía considera que el chico cometió una infracción debe llamar a los padres y aplicar la sanción que corresponde, pero nada les da el derecho a tocar a los chicos”. 

 

“Tuve miedo de la Policía”

Por su parte, Argentino Parra (44) comentó que el último martes llegó a su casa en Santa Rita después de la jornada laboral y su esposa estaba descompuesta, por lo que se dirigió a la farmacia para comprar un medicamento.

“Ya volvía cuando me paró un control a cargo de personal de Infantería de Acaraguá. Como salí rápido no tenía los papeles, pero le dije al policía y le mostré mi casa, que se veía a 200 metros porque tenía prendido el foco del frente. También le mostré el remedio que compré. El subalterno le comentó al jefe, el subcomisario Diego M., y autorizó que vaya a buscar los papeles. Fui corriendo y traje todo, pero la moto ya no estaba más”, relató Parra a este diario.

Sorprendido, porque un par de minutos antes le autorizaron a buscar la documentación requerida, el vecino preguntó dónde estaba su moto y le dijeron que ya la habían trasladado hasta la sede del Comando.

“Le expliqué otra vez al subcomisario mi situación y le pedí que me dé una mano, pero me respondió: ‘la mano que te voy a dar es la multa. Si no tenés 2.000 pesos, hasta preso podés quedar’. Le dije que no tenía esa plata, que quede nomás la moto. En eso el mismo jefe me dio un sopapo y el otro policía me dobló el brazo, caí al pasto y ahí el jefe me pegó un rodillazo en las costillas y me esposaron como si fuera un delincuente”, agregó.

Parra fue trasladado al Comando y después a la comisaría de Alba Posse. Llamativamente, alrededor de las 22.30 fue liberado y le entregaron la moto, lo que ratifica la irregularidad del procedimiento.

El miércoles radicó una denuncia por golpes, intento de cohecho y privación ilegítima de la libertad.

“Hace 25 años que vivo acá, todos me conocen y nunca tuve problemas con la autoridad. Pero esa noche me maltrataron injustamente y tuve miedo de la Policía”, lamentó.

 

Reclamo del juez de Paz

La situación padecida por Parra llegó a oídos de Augusto Zapani, juez de Paz de Alba Posse, con jurisdicción en la zona, quien expresó su preocupación por la “impunidad que goza el subcomisario Diego M., sobre el cual pesan innumerables antecedentes. Yo mismo lo denuncié por hurto, cohecho y amenazas”.

En diálogo con este matutino, el magistrado confirmó que dichos expedientes se tramitan en los diferentes juzgados de instrucción de la jurisdicción y tuvieron seguimiento de Asuntos Internos de la Policía.

Entre los antecedentes que posee el oficial, el juez de Paz mencionó que tiempo atrás habría hurtado elementos de un coche secuestrado y los colocó en su propio vehículo, lo que derivó en una denuncia y tuvo que devolver lo sustraído. También aseguró que en otro oportunidad se apropió de un cuatriciclo y lo ploteó con la identificación de la Policía de Misiones.

Zapani recordó que en 2016 denunció a Diego M. por amenazas, causa que se instruye en el Juzgado de Instrucción Uno de Oberá y aún no tuvo resolución. A raíz de aquel hecho el magistrado vivió un mes con custodia.

“A mediados del 2020, en plena pandemia, lo denuncié por una situación con camiones con soja. Ese expediente está en el Juzgado de Instrucción Dos de Oberá”, agregó.

Asimismo, remarcó que “en la Jefatura de Policía están al tanto de los antecedentes de este funcionario. Alguien tiene que intervenir, no se puede seguir mirando para otro lado”.

“Estoy por cumplir 35 años en el Poder Judicial y nunca vi a un policía actuar con tanta saña. Es muy preocupante porque lo van trasladando de una dependencia a otra y sigue todo igual. Es una burla a la comunidad”, opinó el juez de Paz.

 

Grave antecedente

Entre las denuncias que pesan sobre el citado subcomisario sobresale una por amenazas, acoso y abuso sexual radicada

a mediados del 2018 por una subalterna, expediente que recayó en el Juzgado de Instrucción Uno de Oberá.

La mujer y esposo se desempeñaban en una dependencia del paraje San Francisco de Asís, sobre ruta provincial 8, a unos 15 kilómetros de Alba Posse.

En ese contexto laboral la policía aseguró haber sido víctima de su jefe, el subcomisario Diego M., quien sistemáticamente la habría acosado y presionado para mantener relaciones sexuales.     

Ante la reiterada negativa de su subalterna, el oficial habría llegado a amenazarla con trasladar a su esposo a un destino lejano para separar a la familia.

Además, tal como denunció oportunamente, el acusado trataba de quedarse solo con ella y la acosaba, al extremo que en una oportunidad le habría exhibido sus partes íntimas y le manifestó que le practicara sexo oral.

Radicada la denuncia, la pareja de policías fue trasladada a otra dependencia de la jurisdicción de Alba Posse. Luego de la difusión del caso la Jefatura ordenó el pase a disponibilidad del sospechoso, aunque luego retomó sus funciones en otra dependencia.

El persistente acoso fue personal y a través de mensajes de WhatsApp que habrían sido vistos por el marido de la señora.

“Le llegó a decir que si no accedía a estar con él me iba a trasladar lejos y ella se iba a tener que quedar sola con nuestro hijo”, relató.

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