Tragedia de los alumnos Santa María en Posadas: condenaron a tres años de prisión al conductor del automóvil, pero no irá preso
El conductor que protagonizó el trágico accidente en la Costanera de Posadas, en el que murieron dos adolescentes del Colegio Santa María, fue condenado a tres años de prisión en suspenso y a una década de inhabilitación para conducir. Además, deberá realizar tareas comunitarias. El acuerdo fue ratificado este martes, evitando así el juicio oral.
Tomás Mieres, el joven de 17 años al volante del Peugeot 206 que sufrió un despiste y volcó en la tarde del pasado 11 de abril, aceptó un juicio abreviado que fue acordado por su defensa y la fiscalía.
El siniestro ocurrió cuando Mieres y cuatro compañeros, estudiantes de quinto año, se dirigían a la clase de Educación Física en la avenida Costanera. Según las pericias accidentológicas, el vehículo circulaba a una velocidad promedio de 99,78 km/h, alcanzando los 105 km/h en el momento del incidente.
El accidente, que dejó un saldo de dos muertos, Luca Ceballos y Juan Cruz Martínez, y tres heridos graves, conmocionó a la comunidad de Posadas. Los padres de Ceballos aceptaron el acuerdo propuesto, lo que permitió que el caso llegara a una resolución sin la necesidad de un juicio oral.
Eran aproximadamente las 14.30 del jueves 11 de abril cuando el vehículo, un Peugeot 207 propiedad del padre de uno de ellos, aparentemente se despistó al ingresar a una rotonda e inclinado sobre dos ruedas impactó contra un utilitario que estaba estacionado y terminó sobre la vereda del carril contrario.
El vehículo involucrado ingresó a una curva con pérdida de control evidente, evidenciando un derrape significativo previo a la rotonda. La evaluación detallada de la mecánica del accidente reveló que el automóvil estaba cruzado al momento de abordar la curva, lo que indica una maniobra desesperada por parte del conductor para corregir su trayectoria, según analizó el licenciado en Ciencias Criminalísticas, Fernando Zacarías, miembro de la empresa Fz Vial.
Los vídeos obtenidos posteriormente brindaron una claridad sobre la mecánica del incidente, respaldando las conclusiones derivadas de la evidencia física en el lugar del accidente. Se encontraron huellas de derrape previas a la rotonda, sugiriendo un intento fallido de corrección por parte del conductor antes del impacto con un utilitario estacionado. Este último fue golpeado en su parte posterior, indicando un ángulo de impacto lateral y una trayectoria del Peugeot 207 en situación extremadamente comprometida.
“Quizás en ese lugar, el conductor se dio cuenta que no le daba e intentó corregir con el volante hacia la izquierda, no hay una frenada, eso es porque él intenta corregir el vehículo. Se da cuenta que iba a pasar de largo la rotonda y termina derrapando. Hay un golpe leve contra el cordón cuneta, es decir el auto ya venía casi en dos ruedas y ahí es donde se produce la colisión contra un utilitario que estaba estacionado, el impacto es contra la parte posterior de este último que es sumamente dura. El golpe en el Peugeot se da en el lado del acompañante, lo que indica que estaba de costado al momento del impacto contra el otro vehículo, ya venía totalmente doblado”.
Contrario a especulaciones en redes sociales, Zacarías desmintió cualquier colisión con un alumbrado, resaltando la presencia de restos de pintura de otro vehículo en el automóvil accidentado. Este detalle, junto con la deformación del vehículo y las lesiones graves resultantes, subrayan la importancia de entender la dinámica del choque para prevenir tragedias similares en el futuro.
“Por el derrape, el auto pierde energía y velocidad, en el impacto con el vehículo estacionado se deforma y es por eso que ahí se producen las lesiones más graves. Los vehículos vienen preparados para un impacto frontal, no para uno lateral. Incluso, si te chocan de atrás y no tenés el apoyacabeza bien colocado, el movimiento puede ser fatal”.
La velocidad emergió como el factor determinante en este siniestro, con estimaciones basadas en evidencia de que el vehículo viajaba entre 80 y 100 kilómetros por hora en un tramo donde la velocidad máxima recomendada es significativamente menor. Aclarando además que solo uno de los cinco ocupantes del automóvil llevaba puesto el cinturón de seguridad.
“Nosotros nos basamos en evidencia, a veces luego de un impacto el velocímetro queda trabado, no se puede establecer una velocidad de ese modo, porque por ahí el cambio está en segunda pero el velocímetro quedó clavado en 180 y, las marcas no establecen tampoco esa velocidad. En los impactos, a veces las agujas saltan. La velocidad es el título principal de este siniestro, si venían a 30 o 40 kilómetros por hora y por ejemplo se distrajo con el celular, ve la curva, volantea, el auto iba a hacer un giro y quedar ahí nada más, o se sube al cordón cuneta o se rompe el vehículo y queda todo ahí. En ese lugar de la Costanera no se puede ir a más de 40 kilómetros por hora”.
En esa línea mencionó que, “tenemos que establecer si el utilitario estaba o no bien estacionado, de todas maneras, no estaba en la mitad de la calle, pero si puede que estaba un poco más adelante o más atrás. Pero es seguro que, si no estaba ese vehículo estacionado, el auto iba a volcar, tal vez también el desenlace hubiese sido distinto, es importante saber que el vehículo tiene un límite”.
Sobre el cinturón de seguridad, el Licenciado estableció con certeza que sólo uno de los adolescentes lo llevaba puesto, sin especificar cuál de ellos era. “Sólo uno de los cincos ocupantes del vehículo tenía puesto el cinturón de seguridad, los otros cuatro chicos no lo tenían. Si ese vehículo no hubiese estado estacionado y el auto hacía un trompo, cuatro de ellos salían despedidos”.
Por último, se refirió a la situación de que el padre de unos de los jóvenes accidentados, que fue el primero en llegar al lugar del hecho, trasladó a su hijo y a otro chico al Hospital Madariaga, sacándolos por sus propios medios del automóvil.