Racing la pasaba mal, pero una ráfaga de Juanfer y la garra lo llevaron a la final
Por la vuelta de la semifinales de la Copa Sudamericana, en busca de alcanzar la final ante Cruzeiro en La Nueva Olla de Asunción, Paraguay, Racing enfrentó a Corinthians en un Cilindro de Avellaneda colmado por ambas parcialidades. El encuentro comenzó frenético, ya que el Timao se puso en ventaja a los seis minutos de juego tras una gran jugada colectiva; sin embargo, Juan Fernando Quintero dio vuelta el marcador con dos goles en tres minutos.
Luego de sufrir el cachetazo del Timao, la Academia comenzó a despertar y se confirmó el resurgimiento gracias a una mano en el área del visitante por parte de José Martínez que derivó en penal. El enganche colombiano se hizo cargo desde los once pasos e igualó el marcador con un potente disparo.
A pesar del reclamo por parte del elenco brasileño, estuvo bien sancionado. “La mano se consideró sancionable porque ocupa un espacio corporal adicional que no se justifica como una acción natural. Esto significa que la posición de la mano aumentó deliberadamente el área de contacto potencial.
Por eso, en este contexto, el juez conceptualizó acertadamente y sancionó penal porque la mano ocupa un espacio que no corresponde a una posición natural o justificada en el juego”, explicó el ex árbitro Miguel Scime para Infobae.
La ráfaga de los dirigidos por Gustavo Costas continuó y se llevó puesto al Corinthians. Apenas tres minutos después, los de Avellaneda salieron de contra a toda velocidad gracias a un lateral realizado de forma veloz por Maximiliano Salas.
Maravilla Martínez habilitó de cabeza a Juanfer para que quede mano a mano y defina entre las piernas de Hugo Nogueira y poner el 2-1 parcial. Tras convertir su segunda tanto, el jugador de la selección Colombia se abrazó con todos sus compañeros y al quedar en soledad, se arrodilló en el suelo y una vez parado celebró entre lágrimas su grito sagrado.
En este tanto fue clave la rápida reacción del alcanzapelotas para agilizar el lateral. “El gol se inició por una picardía reglamentaria del recogepelotas”, continuó el experto Scime. “Su intervención no solo facilitó la rápida reanudación del juego, sino que también se destacó la importancia de la rapidez cognitiva en momentos decisivos. Al ofrecer el balón de inmediato, permitió que el jugador de Racing tomara la decisión en fracciones de segundo y capitalizara cualquier desorganización de la defensa rival”.
Por su parte, el chico de las divisiones inferiores académicas contó cómo fue su intervención en la maniobra: “La pelota quedó ahí en la cancha, yo estaba dudando si saltar o no. Dije ‘ya fue, salto’. Cuando salto, me la pide Salas. Se la tiré rápido y ahí sacó. Fue una emoción porque le di la pelota y ahí vino el gol. La saqué rápido y vino el gol”.
Quien también aportó su testimonio fue la figura de la noche, Juanfer Quintero: “Son momentos únicos, ayudando al equipo, no hay palabras para explicarlo. Es un año muy difícil, le quiero dedicar este triunfo a Dios y mi familia. Sufrimos mucho, soy un privilegiado de estar en un club como este, simplemente tengo que agradecer, nada más”.
El equipo de Gustavo Costas rompió una pared que permite soñar en grande. Es que la Academia logró acceder al duelo decisivo en una competición internacional después de 36 años, ya que el último antecedente se remontaba a la Supercopa de 1988, cuando por el entonces conjunto del Coco Basile se consagró campeón, justamente frente al Cruzeiro.
Varios puntos en común tendrá el choque que se disputará en Asunción, el próximo sábado 23 de noviembre. Es que además de revivir el cruce entre los rivales de Avellaneda y Belo Horizonte, el entrenador actual del combinado albiceleste era el capitán de aquel recordado equipo que consiguió la gloria con figuras de la talla del Pato Fillol, Rubén Paz, Camote Acuña, la Tota Fabbri o Walter Fernández.
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